miércoles, 21 de abril de 2010

Un menú individual de fatalidad, por favor

Hoy Eva se ha quedado sin Adán. Para celebrarlo, se ha hecho la más amarga de las tartas de manzana, y se ha bebido de golpe todo un vaso de lágrimas.
Con algún que otro kilo de más ha abandonado el paraíso, y como tonteria primigenia, se ha fugado con un circo.
Ha abierto un puesto de ilusiones imposibles. Las ofertas no son nada desdeñables...''¡Por la compra de 3 decepciones le regalamos un nuevo sueño estúpido!'' (Al parecer los regalaba porque se le estaban acumulando.) Cuando termina el trabajo y llega a su pequeño trozo de cielo, abre con deleite una sidra y las burbujas de esta le hacen cosquillas en la esperanza. Se afila los colmillos; y con una amplia sonrisa maquilla la poca maldad que le queda. Sale en busca de serpientes para cenar. Devora sin piedad cientos y cientos de estas alimañanas, hasta que cae en algun tipo de delirio: el circo está lleno, los trapecistas oniricos se balancean en sus entrañas, haciendo que vomite hasta la última gota de soledad que la llena; los payasos de infancia le llenan de helio el corazón...flota, flota alto, ríe...el circo está lleno. Ahora nada es imposible. ¡Ahora puede volver a vivir...! Qué pena que todo sea efecto de la dosis de veneno de las sierpes devoradas por nuestra desesperada Eva, la cual encontró la muerte: se envenenó con su propio desamor.

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