lunes, 21 de junio de 2010

Combustión

- Tras las primeras tres copas ya puedes incendiarme. – Me miró con extrañeza, así que le expliqué: - Nací envuelta en llamas, pero me he ido apagando con el tiempo…¿Qué tal si me embarras de gasolina?
Ahora, en esta cama inflamable, tus dedos de frío hielo derrapan por mi piel de fuego, derritiéndose hasta hacerse agua que tanto deseo beber, en un estúpido intento de saciar esta sed que me atormenta.
Sus besos de whisky me incendian el corazón, y esta puta máquina se encarga de distribuir las llamas por todas las células de mi cuerpo...
Me miras en medio de este baile de caricias y lo comprendes…Vuelvo a arder como nunca. Me sonríes, y presiento que de mi sólo quedarán cenizas esta noche.
Entre revolcones, gemidos y humo, le pregunto: -¿Qué pasará si te derrito?...- Que este whisky dejará de ser on the rocks… - te ríes, y te acercas aún más a mi oído, explicándome entre respiraciones profundas y besos: - Simplemente dejaré de ser una copa más…dejaré de ser alcohol para convertirme en amor líquido, en amor etílico.

miércoles, 21 de abril de 2010

Un menú individual de fatalidad, por favor

Hoy Eva se ha quedado sin Adán. Para celebrarlo, se ha hecho la más amarga de las tartas de manzana, y se ha bebido de golpe todo un vaso de lágrimas.
Con algún que otro kilo de más ha abandonado el paraíso, y como tonteria primigenia, se ha fugado con un circo.
Ha abierto un puesto de ilusiones imposibles. Las ofertas no son nada desdeñables...''¡Por la compra de 3 decepciones le regalamos un nuevo sueño estúpido!'' (Al parecer los regalaba porque se le estaban acumulando.) Cuando termina el trabajo y llega a su pequeño trozo de cielo, abre con deleite una sidra y las burbujas de esta le hacen cosquillas en la esperanza. Se afila los colmillos; y con una amplia sonrisa maquilla la poca maldad que le queda. Sale en busca de serpientes para cenar. Devora sin piedad cientos y cientos de estas alimañanas, hasta que cae en algun tipo de delirio: el circo está lleno, los trapecistas oniricos se balancean en sus entrañas, haciendo que vomite hasta la última gota de soledad que la llena; los payasos de infancia le llenan de helio el corazón...flota, flota alto, ríe...el circo está lleno. Ahora nada es imposible. ¡Ahora puede volver a vivir...! Qué pena que todo sea efecto de la dosis de veneno de las sierpes devoradas por nuestra desesperada Eva, la cual encontró la muerte: se envenenó con su propio desamor.

lunes, 19 de abril de 2010

Insomnia.

Cuando me planté al ajedrez el diablo se río de mí. Le propuse quedar en tablas y desde entonces me despierto rodeada de todos mis peones muertos. En la almohada, mi rey destronado me hace una mueca de desaprobación. Cuando vuelvo a la consciencia no hago más que oler las tazas vacías que dejaste por casa, buscando mensajes ocultos en tus posos del té y caigo en lo absurdo de nuevo. Las paredes sudan recuerdos que jamás existieron y mis ojos en blanco buscan restos de ti en mi carcasa vacía. Enciendo un cigarrillo y en un pispas ya llevo mi tercera taza de té. Me tiemblan las manos. Ahí viene de nuevo. ¡Corre! Ya es tarde. Estas pisando el cielo y se te cae el suelo encima. No quiero. Siéntate conmigo y rompamos algunos papeles. Luego sonríeme y escríbeme algo nuevo. Bailamos algún vals con las yemas de los dedos. Reímos. Despierto. Más tabaco y agua salada. ¡Cuántos vasos rotos…! Desordenemos todo esto, y de paso te mezclas con mis cosas nuevas, viejas, prestadas y azules, y con un poco de suerte te encuentre por aquí cuando haga limpieza general. El sol entra por las ventanas y tú te escapas por las pequeñas rendijas de las mismas. Ahora eres humo. Te inhalo con fruición y trato de guardarte en mi interior…me estas matando. Los días pasan más reales de lo que me gustaría y me refugio en la esperanza de que queda menos para que salga la luna. Cuando menos me lo espero allí está, sonriendo burlonamente y un poco amarilla tal y como habíamos acordado. De pronto huelo a ti, y caigo en un éxtasis propio de Santa Teresa, pero sin querubín ni flechas doradas que me atraviesen el corazón. A mi me atraviesan el estómago todas las palabras que jamás me dijiste y que seguramente escribiste a alguna otra. Termino vomitando tu propia tinta, y la uso de pintura de guerra. Esta noche tapiaré todas las ventanas; no dejaré ninguna rendija; crearé mi propia noche eterna y no podrás escapar. ¡Ya estás aquí! Me disculpo por recibirte con estas pintas; te pinto la cara con mi propia sangre ‘’ ¿Ves? Ahora somos iguales, ya puedes sonreír. ’’ Pero no lo haces. Me coges la mano; se me dispara el corazón. Pones algo en la palma de mi mano y cierras mi puño, sonríes... Y te vas, escurriéndote entre las baldosas de mi suelo. Gracias por la reina; a partir de ahora mi rey despertará de mejor humor.