martes, 1 de mayo de 2012

Quite quiet.

No tengo agallas para hablar del azul del cielo, de como tiritan las luces a medianoche o el cambiar impasible de los semáforos... Si me oprime el pecho este cantar de sirenas, lo diré. Y si las blancas manos atenazan aurícula y ventrícula y su cadencia, escupiré de rojo este sentimiento nuevo. Que sí, que se me quiebra la voz y las palabras se mezlcan, y la niebla parece meterseme por los poros. Pero hay algo en esta habitación que me guía, ni oscuridad ni silencio me retienen. Y si freno el paso será por saborear este momento, y si acelero... no bajaré la cabeza al decir que es por temor. Pues huir siempre ha sido mi gran estrategia y esperar el golpe uno de mis pocos actos valientes.

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